martes, 22 de marzo de 2011

Delincuencia En Guatemala


Guatemala atraviesa actualmente por uno de los períodos más difíciles de su historia en lo atinente a la evidente incapacidad del gobierno para proveer a los habitantes un mínimo de seguridad frente al desbordado Vandalismo que impera en todo el país especialmente y en una dimensión que raya en la barbarie a nivel de la ciudad capital y municipios aledaños, es tal el poder que han logrado alcanzar la delincuencia y las maras, que la autoridad titular encargada (PNC) de atender tal situación confiesa (y aun no lo hiciera) no disponer de la capacidad necesaria para ejercer algún control sobre tales grupos de maleantes mucho menos para reducirlos.
Los guatemaltecos presenciamos con horror como cada día crece, se amplía y se afianza el poder de la delincuencia común y las maras, los pandilleros se están haciendo poderosos a costillas del ciudadano honrado e indefenso, cobran arbitrios para no matar, amedrentan a los vecinos que en resguardo de su vida abandonan sus viviendas cediéndoles mas territorio, las maras intimidan, extorsionan, secuestran, roban, violan, asesinan y frente a esta desolación, el ciudadano descubre que esta totalmente desprotegido, no solo se siente impotente realmente lo esta, porque no tiene la posibilidad de defenderse o de enfrentar a estos grupos criminales.
El clima de zozobra generado por la empeñosa actividad de las maras y la incomprensible pasividad de los entes gubernamentales encargados unos de ejercer su autoridad para proteger a los guatemaltecos y otros de impartir pronta justicia nos está llevando al caos total. Ante el panorama incierto que plantea la manifiesta ingobernabilidad que alienta la flojera del Gobierno y como consecuencia de su situación desesperada el ciudadano común, cae en la tentación de organizarse (y talvez armarse) por su cuenta para hacer justicia por propia mano, cegado por la desprotección que afronta no logra visualizar los riesgos inherentes a esta nueva amenaza, la organización que inicialmente se inspira en los nobles postulados de proteger y resguardar la vida y los bienes de quienes la integran pudiera en algún momento llegar a ser poderosa, ese mismo poder a su vez será capaz de corromperla y Dios no lo quiera, un día no muy lejano convertirla en un nuevo enemigo de la comunidad que la creo y alimento esperanzadamente.
Indiscutiblemente que toda la responsabilidad encarnada en el concepto de seguridad ciudadana le corresponde al estado, en el caso de Guatemala con inicial minúscula aludiendo a la minúscula dimensión en que el Gobierno la está cumpliendo, a pesar de que como ya fue apuntado, la actividad delincuencial raya en la barbarie. Frente a esta tragedia cotidiana, las más altas autoridades de Gobierno, empeñadas en la tarea política de proyectar un artificial clima de sosiego y de privilegiar los intereses de grupos e individuos que respaldaron y financiaron la campaña electoral que los llevo al poder, asumen la infantil postura de desviar (insultando la inteligencia de todos) nuestra atención hacía cuestiones de importancia relativa, los distractores abarrotan la plana informativa de los Medios de Comunicación (mas que todo escritos) buscando minimizar en la opinión pública nacional e internacional, el impacto social del problema maras, aun a sabiendas que todo mundo esta conciente de la trágica gravedad de la situación, como es de esperarse, este Gobierno como los anteriores, pretende tapar el sol con un dedo y ocultar que la responsabilidad de gobernar al país les quedo demasiado grande, no solo por falta de voluntad política, sino por la ausencia de un proyecto de Nación, a partir del cual, pueda gobernar de manera coherente o por lo menos honrando sus promesas de campaña.
El nefasto panorama de inseguridad generado por la incontenible embestida de la delincuencia común y de las maras, hoy mas que nunca pone de manifiesto la incapacidad de la PNC para ejercer algún control y proteger al ciudadano, las causas de tal condición son diversas y dolorosas y se enlistan tanto de forma como de fondo: La falta de recursos económicos de la institución, un entrenamiento deficiente, una mediocre selección del elemento humano, una débil estructura de mando, obsoletas técnicas de prevención del delito, falta de manejo de estrategias globales de contención y control del delincuente, escasa formación de conciencia ciudadana de los elementos y como factor crítico, la ausencia total de convicción en la fe del deber, denominador casi común a los elementos de la PNC crea un vació que los arrastra velozmente a corromperse aun en el período de entrenamiento.
La suma de las carencias enlistadas aplicada al ejercicio de calle, asimila a los elementos a una realidad que subyace bajo el escenario de lo convencional y que enfrenta a estos individuos con escasa o ninguna instruccion a la compleja telaraña de situaciones y riesgos que supone estar de uno u otro lado de la ley, muy temprano se convierten en victimas y cómplices y en muchisimos casos en actores del delito, de agentes policiacos pasan a ser vulgares criminales bajo la sombra de la autoridad y, como si esta tragedia fuese poco, para colmo de males y como sordida ironia delinquen cobrando un salario que pagamos nosotros los guatemaltecos.
Juzgue el pueblo si la PNC simplemente necesita mas recursos económicos, más auto patrullas y más armas, o una transformación total a partir del establecimiento de un diagnóstico objetivo y un plan estratégico diseñado por especialistas idóneos, con alta calificación para el efecto, sin vinculaciones ni compromisos, que analice con detenimiento y entereza profesional la situación, por un lado la crisis de la PNC, Y por otro los avances de la delincuencia y que a ese tenor concluya en formular proyectos globales con objetivos bien localizados a corto, mediano y largo plazo para crear una autoridad policíaca en todo sentido solvente, honesta, confiable, consciente de su papel ante la sociedad y con un alto nivel de compromiso con el pueblo.
La tarea de promover una transformación profunda de la PNC con la carga de todos los consabidos vicios actuales, supone un proceso lento y tremendamente difícil y durante el tiempo que requiera implementarla la ciudadanía honrada seguirá estando como hasta hoy, a merced de la delincuencia y aun peor, la autoridad para combatirla seguirá estando en manos de una institución cuyo correcto accionar depende ciertamente del trabajo de algunos elementos honestos y responsables pero también del de una gran cantidad de corruptos.
En esa tesitura, el pueblo encara un delicado predicamento, ¿ qué o quien? esta en posibilidad de contener y controlar la delincuencia que lo azota, ¿ que o quien?, podrá garantizar con certeza la seguridad de las personas y sus bienes en tanto la PNC sé reconfigura como institución para efectivamente brindar seguridad si es que alguna vez se logra tal cosa, la encrucijada trágica del ciudadano apunta en una dirección definida, la alternativa que se plantea aunque a muchos les cause escozor es la incorporación del Ejercito como fuerza de control al ejercicio de autoridad en el contexto de seguridad ciudadana.